Sara Gómez lidera el proyecto «Mujer e Ingeniería» de la Real Academia de Ingeniería

Sara Gómez, Directora del programa Mujer e Ingeniería

Consejera de la Real Academia de Ingeniería, Sara Gómez lidera el proyecto «Mujer e Ingeniería», destinado a romper la brecha de género en las ingenierías. 

En los últimos 15 años hemos perdido alrededor de un 25 % de estudiantes en ingeniería, sin distinción de sexo, este dato es bastante común a muchos países de nuestro entorno. En el último informe de la CRUE (Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas), se constata que, en España, hay más mujeres que hombres cursando estudios universitarios en nuestro país (alrededor de un 55 %) y, sin embargo, solo el 23 % de los estudiantes de ingeniería, son mujeres.

Además, su distribución en las distintas ramas, es muy desigual. Están bastante equilibradas en las ingenierías Medioambiental, Agronómica, en Diseño Industrial, Química, en Organización Industrial, etc., y son mayoritarias en la Ingeniería Biomédica o en Bioingeniería. En el otro extremo está la Ingeniería Informática, la Electrónica, la Eléctrica o la Mecánica.

Eso no ocurre solo en nuestro país, es una tendencia global. En los años ochenta y noventa, alrededor del 40% de los matriculados en carreras TIC (Tecnologías de la Información y las Comunicaciones) en España, eran mujeres. En EEUU no llegaban al 30 %.

Los datos del Instituto de la Mujer afirman que actualmente menos del 15% de los interesados en estudiar Ingeniería Electrónica o Informática en España son mujeres. Algunos informes rebajan todavía más esa cifra hasta por debajo del 10% y los expertos creen que no hemos tocado fondo.

Por el contrario, actualmente, el 79 % de los nuevos matriculados en carreras relacionadas con el sector educativo, previo a la universidad, son mujeres. Los estudiantes de estos Grados se quejan de la escasa o inexistente formación que reciben en materias como Matemáticas o Física, más allá de la de su didáctica.

Una brecha de género desproporcionada de la que ha alertado la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) en su último informe sobre el panorama de la educación. Y es que la elección de estudios tiene un fuerte sesgo de género en España y en el resto de países, pero quizás es aquí más llamativo. De hecho, este escaso % de matrícula femenina en las TIC se eleva al 19 % en la media de los estados de la OCDE.

Como todos los desequilibrios, éste también es preocupante, ya que se considera que las áreas de estudio denominadas STEM, que engloban ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, son determinantes en la promoción de la innovación y en el crecimiento económico. La tasa media de empleo, por ejemplo, es siete puntos superior en España para los graduados en carreras TIC que para los que tienen un título universitario de ámbito educativo.

En términos de demanda de empleo, en 2016, el ámbito de estas tecnologías dio empleo a 8,2 millones de personas en toda la comunidad europea, lo que supuso el 3,7% del empleo total en la UE. Los Estados con más trabajadores TIC fueron Reino Unido (1,6 millones de personas), Alemania (1,5 millones) y Francia (1 millón), que sumaron entre los tres la mitad de empleos en el sector.

En la UE, el 41% de empresas que trató de contratar a profesionales TIC tuvo dificultades.

En España, el sector de las TIC acaparó el 3% de la oferta total de empleo en ese 2016. Además, el perfil que define Eurostat del profesional de las TIC es el de un varón, menor de 35 años y con estudios superiores. De hecho, casi el 85 % de los trabajadores del sector, son hombres.

Por otra parte, España fue en 2016 el tercer país de la UE con mayor proporción de especialistas en TIC que tenían educación superior, con un 79,1%, una media superior a la de la UE (56,5 %) y sólo inferior a la de Irlanda (82,4%) y Lituania (80,7%).

El departamento de Trabajo de Estados Unidos calcula que en el año 2020 habrá 1,4 millones de puestos de trabajo para expertos en informática. Con la tendencia actual de matriculaciones en facultades o escuelas de esas disciplinas, Norteamérica no producirá más que el 29% de los graduados necesarios para cubrir esas necesidades. Algunos otros análisis estiman que también en un futuro muy próximo, la mitad de todos los puestos laborales tendrán relación con la informática o la electrónica.

Las grandes empresas tecnológicas de Silicon Valley llevan varios años preocupadas por esta cuestión que les afecta directamente. La ONU, junto a instituciones académicas y algunas de esas grandes compañías tecnológicas se han unido en una coalición para descubrir los obstáculos que encuentran las mujeres a la hora de acceder a este sector y buscar fórmulas que los eliminen o al menos los reduzcan. Esta Coalición Mundial de Innovación por el Cambio celebró su primera reunión el pasado 14 de septiembre. Ese día la ONU Mujeres lanzó oficialmente la Coalición de Innovación Global para el Cambio en la ciudad de Nueva York. Esta alianza reúne a 22 socios del sector privado, organizaciones no lucrativas y otras organizaciones e instituciones académicas. Su objetivo es que la innovación y la tecnología estén en el horizonte de las mujeres y de las niñas.

Phumzile Mlambo-Ngcuka, directora ejecutiva de ONU Mujeres, afirma que: “La innovación y la tecnología brindan oportunidades sin precedentes para llegar a aquellos que tienen más probabilidades de quedar fuera de los beneficios del progreso y pueden sacar a las mujeres del aislamiento y crear un mercado para sus ideas y productos innovadores. Esto no solo es importante para la igualdad de género y el empoderamiento femenino, sino que trae beneficios grandes para la sociedad”.

También en 2017, concretamente en enero, la revista Science publicó un artículo relativo a una investigación realizada por las universidades de Princeton, Nueva York e Illinois, en la que han participado 400 niños de 5, 6 y 7 años. Se basa en tres experimentos. En primer lugar, los investigadores contaron a los niños una historia sobre un personaje “muy, muy inteligente” sin darles pista sobre su género. Luego les preguntaron si creían que era un hombre o una mujer. A los 5 años, la mayoría (el 75%) eligió a su propio sexo. A partir de los 6, el número de niñas que se decantó por un personaje masculino aumentó. Las niñas empiezan a pensar que son menos brillantes que los niños a una edad sorprendentemente temprana. En otro experimento, les presentaron dos juegos distintos: uno para “niños muy listos” y otro para “niños que se esfuerzan mucho”. Ambos sexos estuvieron igual de dispuestos a jugar al segundo, pero las niñas a partir de 6 años mostraron menos interés en el que les habían presentado como juego para “niños inteligentes”.

En el tercero, les propusieron adivinar qué niño de entre cuatro, dos chicos y dos chicas, sacaba las mejores notas. En este caso, todas las niñas (pequeñas y mayores) eligieron mayoritariamente a alguna de las chicas. Conclusión: los niños no hacen una relación directa entre brillantez y resultados escolares.

El que las niñas crezcan pensando que “los genios son ellos” sí puede estar detrás de su decisión posterior de apartarse de las carreras TIC y en general de las del área de las STEM porque, según otro estudio, publicado también en Science en 2015, en algunas carreras como informática, física y matemáticas se potencia la idea de que para dedicarse a ellas es necesaria una enorme brillantez innata. Esa falsa idea podría estar dejando fuera a cientos de miles de chicas.

Los investigadores achacan estos prejuicios a la influencia de los medios, los padres, los profesores y otros niños, y advierten de que la aparición de esas ideas sobre el género y la inteligencia en una fase tan temprana de la infancia puede condicionar la vida de las niñas, alejándolas de las carreras científicas y técnicas.

Ante este panorama global, la Real Academia de Ingeniería, puso en marcha, en octubre de 2005, el Proyecto “Mujer e Ingeniería», que desde su inicio tuvo los siguientes objetivos:

  1. Hacer un diagnóstico para saber cuál es el origen de que estas ideas lleguen a nuestros niños y jóvenes. Los expertos opinan que estos mitos los están generando determinados programas de TV, anuncios publicitarios…, el propio lenguaje y algunas costumbres muy arraigadas en nuestro modelo social.
  2. Poner en valor a la ingeniería, visibilizando lo que las ingenieras e ingenieros hacemos en nuestro día a día en todos los sectores. Considero que los medios de comunicación son una de las herramientas más poderosas para transmitir alto y claro ese mensaje.
  3. El problema está arraigado en nuestra sociedad y es complejo. Son múltiples las razones que provocan el rechazo de estos estudios entre nuestros jóvenes. Por ejemplo, es sorprendente el gran desconocimiento que hay en la sociedad en general y en los niños y jóvenes en particular de lo que hacemos los ingenieros.
  4. La idea de que estos estudios son difíciles y no tienen un retorno en el desarrollo profesional acorde con este grado de dificultad, es un obstáculo para fomentar el interés por estos estudios. La mala aceptación de materias como las matemáticas o la física (imprescindibles para cursar una ingeniería) desde edades tempranas hace que no se planteen realizar este tipo de estudios.
  5. No se visibiliza la vertiente social de la ingeniería, es decir, no se sabe lo que aporta la ingeniería al desarrollo social y económico de la sociedad, ni cómo la ingeniería mejora el nivel y la calidad de vida de las personas. Se desconoce que la primera causa del aumento de la esperanza de vida es la cadena de frío y el segundo, el acceso al agua potable y el saneamiento.

En definitiva, creo que el problema es grave, acuciante y estructural y, por tanto, las soluciones deben estar a la altura. Soy una convencida de que la educación es la clave, la mayor palanca de cambio y espero que más bien antes que después, tengamos el tan manido pacto de estado por la educación que solucione éste y otros problemas.

 

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